Ilustra esta entrada el cuadro de Rubens titulado “Las tres gracias”. Tres hermosas damas muestran sus rotundas formas al gusto de la época en un dinamismo ciertamente equilibrado. El parecido entre las tres damas sugiere una alimentación y un metabolismo similares. Ninguna de ellas habrá robado el alimento de las otras dos.
La palabra “Ciencia” tiene hoy múltiples acepciones. Entre ellas, escogemos tres que, como el cuadro de Rubens, bailan también al unísono; pero en este caso, intentando ocultar una discrepancia manifiesta:
1. Ciencia, en el sentido clásico o antiguo del término, se refiere a todo el conocimiento que tenemos del mundo. En este sentido la Ciencia es equivalente a Conocimiento, y la disciplina predominante, la Filosofía. Hombres de Ciencia eran Aristóteles, San Agustín y San Alberto Magno. Hoy, esta acepción de la palabra es minoritaria y a nivel académico casi se extinguió en el siglo XIX. El gusto por esta Ciencia permanece más bien en algunos humanistas ya de edad madura aficionados a las librerías de viejo entre los que tiende a existir una notable complicidad y pueden establecerse excelentes relaciones de amistad. La Ciencia se ha especializado.
2. Ciencia en el sentido de Ciencia Experimental. Es todo conocimiento obtenido a partir del método empírico, inductivo. Es decir, experimentación. El Método Científico, prefigurado por Leonardo da Vinci y más adelante por Galileo, Francis Bacon y Descartes, alcanza momentos de esplendor en la Química a lo largo de los siglos XVIII y XIX, en la Fisiología de Claude Bernard y en la Bioquímica del siglo XX. Ambas acepciones, la 1 y la 2 se solapan porque la diferencia entre experimentación y observación no es siempre fácil de establecer. Pero la Ciencia Experimental, aunque todavía se da para responder a preguntas fundamentales, se asocia con la especialización.
3. La Ciencia que se ha dado en llamar “Mercantilizada”, que adquiere su esplendor a finales del siglo XX y que busca más obtener aplicaciones que responder a preguntas. Aunque ésta separación es esquemática, ilustra diferentes acepciones de una palabra que conviven en la actualidad y que hacen difícil la comunicación porque si en un científico se da un planteamiento con objetivos comerciales o empresariales, será muy difícil que por esa vía se obtengan respuestas a preguntas planteadas rigurosamente, simplemente porque no se estarán dando tales planteamientos.
La palabra “Ciencia” tiene hoy múltiples acepciones. Entre ellas, escogemos tres que, como el cuadro de Rubens, bailan también al unísono; pero en este caso, intentando ocultar una discrepancia manifiesta:
1. Ciencia, en el sentido clásico o antiguo del término, se refiere a todo el conocimiento que tenemos del mundo. En este sentido la Ciencia es equivalente a Conocimiento, y la disciplina predominante, la Filosofía. Hombres de Ciencia eran Aristóteles, San Agustín y San Alberto Magno. Hoy, esta acepción de la palabra es minoritaria y a nivel académico casi se extinguió en el siglo XIX. El gusto por esta Ciencia permanece más bien en algunos humanistas ya de edad madura aficionados a las librerías de viejo entre los que tiende a existir una notable complicidad y pueden establecerse excelentes relaciones de amistad. La Ciencia se ha especializado.
2. Ciencia en el sentido de Ciencia Experimental. Es todo conocimiento obtenido a partir del método empírico, inductivo. Es decir, experimentación. El Método Científico, prefigurado por Leonardo da Vinci y más adelante por Galileo, Francis Bacon y Descartes, alcanza momentos de esplendor en la Química a lo largo de los siglos XVIII y XIX, en la Fisiología de Claude Bernard y en la Bioquímica del siglo XX. Ambas acepciones, la 1 y la 2 se solapan porque la diferencia entre experimentación y observación no es siempre fácil de establecer. Pero la Ciencia Experimental, aunque todavía se da para responder a preguntas fundamentales, se asocia con la especialización.
3. La Ciencia que se ha dado en llamar “Mercantilizada”, que adquiere su esplendor a finales del siglo XX y que busca más obtener aplicaciones que responder a preguntas. Aunque ésta separación es esquemática, ilustra diferentes acepciones de una palabra que conviven en la actualidad y que hacen difícil la comunicación porque si en un científico se da un planteamiento con objetivos comerciales o empresariales, será muy difícil que por esa vía se obtengan respuestas a preguntas planteadas rigurosamente, simplemente porque no se estarán dando tales planteamientos.
En el cuadro de la Ciencia actual, a diferencia del de Rubens, una Ciencia se quedará muy delgada (la Primera) porque la tercera se estará nutriendo a sus expensas.
3 comentarios:
Estoy concluyendo la lectura de "la doble hélice", el relato de James D. Watson sobre el descubrimiento de la estructura tridimensional del ADN. Me parece muy revelador de los móviles diversos que pueden conducir la investigación científica.
Me inclino a identificarme con la primera acepción que das (incluída la afición a los libros viejos), que no es excluyente de otras, aunque puede olvidarse. La diferencia entre acepciones no está posiblemente en la ciencia misma, sino en los intereses del hombre de ciencia. La ciencia es pobre si el científico es pobre.
Hola Emilio me he dado una vuelta por tu blog y me parece muy interesante. También soy amante de las ciencias a pesar de que en mi blog no he escrito nada sobre ello. Aunque mi propósito es escribir más adelante sobre astronomía, antropología y mecánica cuántica. Cuenta que a partir de ahora tendrás un asiduo visitante.
Un abrazo.
Francisco,
Bienvenido al blog. Seguiré lo que escribas en el tuyo. Si es sobre antropología, con mayor motivo.
Joaquín, estos días Watson va de capa caida con sus declaraciones acerca del reparto de IQ en las diferentes razas, mejor te leías algo de Roso de Luna o alguna de las novelas que comenta Francisco en su blog.
Saludos a ambos
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